La manera clásica de practicar consistía en una relación estrecha entre maestro y aprendiz, y este se mudaba a la casa del maestro durante al menos 12 años. Hoy en día las cosas se hacen de otra manera, y lo más cercano a la práctica antigua son estas clases en las que el profesor y alumno entablan una relación estrecha con el paso del tiempo, llegando a conocer profundamente las características y motivaciones del alumno. Es un camino difícil y se requiere una cierta disciplina para enfrentarse en casa con la práctica en soledad.
El alumno aprende lo necesario para seguir una práctica correcta en casa, llevando por escrito lo que ha de realizar hasta el siguiente encuentro.
La frecuencia de estos encuentros la marca la evolución y necesidades del alumno. Con el tiempo se van espaciando y el alumno puede tener cierta autonomía en su práctica.
Los objetivos son directamente los que necesita el alumno. Hay diferentes motivaciones, desde ansiedad a dolores de espalda, meditación o insomnio. El abanico de necesidades y objetivos es tan grande como el de alumnos.
Si tienes disciplina y quieres cambiar tu vida, incluye la práctica en tu día a día y tu mundo cambiará.